El guerrero en el camino hacia la meta

La tribu estaba reunida realizando un importante trabajo en grupo, cuando el Maestro se quedó mirando a uno de los alumnos y le dijo:

–       Y tú, ¿qué es lo que necesitas?. –preguntó el Maestro

–       ¡Cruzar el muro! -dijo el alumno.

–       ¿Para qué?. –volvió a preguntar el Maestro

–       Para llegar a mi meta. – respondió con fuerza el alumno.

–       ¿Y estás dispuesto a realizar una experiencia muy fuerte para ti?. – le dijo el Maestro.

–       Yo quiero llegar a mi meta. – respondió el alumno.

Y el Maestro dio comienzo al ritual.

“Pues prepárate para emprender el viaje. Centra tu pensamiento en la meta y mira la distancia que tienes que recorrer hasta llegar a ella, mírala, está aquí. Dile a tu cuerpo que por una vez en tu vida no le vas a hacer caso y olvida la debilidad porque es solo un pensamiento. Pero para conseguirlo, tienes que romper tus limitaciones, esas cadenas que te tienen enganchado a dos rocas en la tierra y te impiden el movimiento, y no te permiten ir hacia ella; eso es lo que te aprisiona. Siente el enganche que no te permite avanzar. Y yo voy a hablar con tus cadenas y a decirles que te aprisionen lo más fuerte que puedan para que no te permitan llegar a la meta”.

El alumno sintió la ansiedad y la debilidad, creyó que se iba a caer, pero se centró en la meta. Cuando se centró en ella sintió cómo sus cadenas le tenían aprisionado y le impedían moverse hacia ninguna parte. Sintió la fuerza de sus cadenas, era una fuerza muy potente. Miró hacia la meta y supo que la quería. Y entonces escuchó la voz del Maestro:

– Tu tienes todas las herramientas necesarias para conseguirla. ¡Ve hacia tu meta!.

El alumno sintió la fuerza en la voz del Maestro, miró a los ojos a cada uno de sus compañeros de tribu, y en silencio escuchó  la fuerza de sus miradas.

Y con un grito de rabia le dijo a sus cadenas: “¡a mí no me vais a sujetar!.

Emprendió el viaje: un viaje lleno de fuerza elevada a la máxima potencia: su fuerza y la de todos los que le acompañaban. Empezó a sentir la gran fuerza de sus cadenas y la fuerza de la rabia contenida durante muchos años, y las unió utilizándolas a favor para avanzar hacia la meta.

En el camino encontró obstáculos… muchos, luchó contra fieras, ahondó en los profundos mares, subió altas montañas escabrosas donde encontró zarzas y plantas pinchosas que las iba pasando sin sentir los miles de rasguños, sintió debilidad, cansancio…; cuanto más avanzaba más fuerte estiraban sus cadenas hacia la parte contraria…, y en el  momento en que aumentaron su rabia, debilidad e impotencia  y vio que tenía delante su meta, empezó a estirar los brazos hacia ella y conforme se acercaba, la meta se iba alejando según las instrucciones del maestro para que sintiera más su propia batalla.

Sintió de nuevo ese conocido cansancio y la vieja debilidad, pero los guerreros del amor guardan la chispa en sus ojos y aunque sienten miedo en algún momento en la batalla, toman entonces conciencia de que han pasado por ahí de otra manera y han vivido peores momentos y mayores sufrimientos, por eso conocen el valor de la persistencia y del coraje. Cuando se hizo consciente de ello, enganchó sus cadenas a un fuerte árbol de profundas y grandes raíces, lanzó un fuerte grito al viento, se estiró y en el silencio de la batalla escuchó las heridas de su corazón y con una fuerza repentina al tiempo que se rompieron las cadenas, ¡estiró los brazos y alcanzó la meta!.

Quedó allí tendido, magullado, recogido…, y junto a él agachado estaba su Maestro diciéndole al oído: “esto aún no ha terminado, deja que salga todo lo que llevas dentro”.

Y ahí quedó el guerrero tumbado en el suelo durante largo tiempo gritando su rabia y llorando, sin entender cómo podía salir tanto de dentro.

De pronto escucho una voz de su interior que le decía: “Esto es tuyo y no es tuyo, pero tú no eres esto. Es algo añadido y aquí dentro en lo más hondo de ti no existe.” Y entre los gritos y el llanto, al mismo tiempo, tenía un momento de gran paz interior, estaba viviendo dos experiencias simultáneas, pero la verdadera magia era la vivencia del encuentro con su interior.

Entonces, poco a poco sintió que la meta le abrazaba, y sintió el calor y el abrazo del maestro. Se fue relajando y se permitió sentir todo el amor que le ofrecían.

Entonces el maestro le dijo: “dile a tu cuerpo que has podido, ánclalo. A partir de ahora ya sabes que tú puedes”.

Poco a poco se levantó y para su sorpresa, toda la tribu estaba sentada en el suelo en círculo rodeándole. Los miró uno a uno y volvió a llorar.

Entonces el maestro le dijo: “Llora todo lo que necesites hasta que limpies tu interior. Ahora, ve y descansa”.

Julia Valls.

#SafeCreative

Guerrero de la luz

2 comentarios en “El guerrero en el camino hacia la meta”

  1. Amparo Vicent Gil

    Muy bonito y constructivo Julia, tenemos que aprender mucho y tener la valentía de enfrentarnos a todo. Menos mal que tenemos una gran maestra que nos ayuda en nuestro camino. Tú, Julia. Gracias.,

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies. Haz clic en el enlace para mayor información. ACEPTAR
Aviso de cookies
Scroll al inicio
Ir arriba